A lo largo de los años me he encontrado con muchas personas conscientes de su necesidad de liberación y desesperadamente buscando ayuda para lograr la tan anhelada “bendición”. El problema es que la mayoría de estas personas bien intencionadas creen que la liberación es algo que debe ser efectuada por una tercera persona capacitado o entrenada para tal fin, pues creen que la liberación se opera desde afuera para adentro.
Contraria a esta creencia, Jesús nos deja en claro que la liberación es resultado de conocer la verdad; Juan 8.32 dice: “Ustedes conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Es por eso, que los cristianos no practicamos exorcismos, sino mas bien, simplemente conducimos a las personas a la verdad para derribar las mentiras con las cuales el enemigo las ha esclavizado.
Las ataduras o maldiciones son resultado de creer mentiras que el enemigo ha logrado instalar en nuestras mentes. Dichas mentiras, a la postre, se convierten en paradigmas que dictan nuestro proceder. Temor, angustia, derrota, miseria, son solo algunas de las consecuencias de creer dichas mentiras.
Muchas de las situaciones que vivimos en el mundo físico son simplemente un reflejo de lo que esta sucediendo en el mundo espiritual. En Mateo 18:18, Jesús dijo: “Les aseguro que lo que ustedes aten aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que ustedes desaten aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo.” La palabra cielo aquí hace referencia al mundo espiritual, aunque no lo veamos, es más real que lo que vemos, pues es eterno. El ejemplo más claro con relación a este punto es la mujer encorvada de Lucas 13. El apóstol Lucas quien era médico describe la situación de la mujer de la siguiente manera: “Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse”. Lucas pudo haber atribuido el problema de la mujer a una irregularidad en su columna vertebral, sin embargo, advierte que el problema era “un demonio”. La presencia de este demonio, provocaba que la mujer estuviera encorvada.
En estos 21 días, conocerás la verdad y la verdad, te hará libre.
Dios te bendiga.
DONALD FRANZ
